Nuestro niño interior... ¡sí, sigue allí!
Olvidamos por completo que respondemos ante la vida, muchas veces, desde ese niño herido... crecemos y pensamos que somos un gran adulto responsable. ¡Quédate, y sanemos juntos!
Seguimos siendo niños muchas veces...
El niño interior: La voz silenciada que moldea al adulto
El concepto del Niño Interior no es una fantasía romántica, sino un pilar central en la psicología moderna. Se refiere a la parte de nuestra psique que conserva las emociones, los recuerdos y las experiencias (tanto alegres como traumáticas) vividas durante la infancia. Este "yo infantil" sigue activo dentro del adulto, influyendo profundamente en cómo pensamos, sentimos y reaccionamos hoy.
Según esta autora, Alice Miller, psicoanalista suiza, una de las autoras más influyentes en el tema, sostiene que el niño interior es la suma de nuestras necesidades emocionales no satisfechas y los traumas silenciados. En su obra fundamental, Por tu propio bien, argumenta que la raíz de muchas neurosis y comportamientos destructivos en la adultez es la incapacidad de sentir y validar el dolor de la infancia.
Cuando el niño interior está herido o no es escuchado, el adulto manifiesta comportamientos desproporcionados o disfuncionales. La sanación ocurre cuando el "yo adulto" consciente interviene, entiende la necesidad del niño y la satisface de manera madura.
Trabajar con el niño interior no significa culpar a los padres, sino tomar responsabilidad adulta sobre nuestras emociones. Implica validar el dolor pasado sin juzgarlo y satisfacer las necesidades presentes de afecto y seguridad.
Convertirse en el "mejor cuidador" de esa parte vulnerable es el camino para desactivar los patrones automáticos y vivir con una genuina autenticidad y libertad emocional.
Estoy segura de que esto resuena contigo hoy, dificilmente nos detenemos a pensar desde dónde actuamos, por qué actuamos de cierta forma, o si nuestras acciones también están hiriendo a otros. Con la rapidez de la vida y el compromiso social de "hacerlo bien", nos estamos olvidando que nuestras relaciones también forjan nuestro camino, y que cada una nos muestra qué parte de nosotros venimos a trabajar.
Hacer consciente esto, es dar paso al reconocimiento, y por consiguiente a la sanación y alineación de nuestro ser, cuando nos dedicamos a trabajar en nuestras emociones, todo afuera cambia. También le estamos dando la oportunidad al otro de mirarse en nosotros. Es reflexionar que estamos unido a un todo y que ese todo está en constante interacción, nuestras acciones, pensamientos, reacciones, constantemente están generando una causa y un efecto.
Desde el amor, miremos a nuestro yo de 5 años, o incluso de 7. A ese pequeño que se sintió herido, a través del abandono, la humillación, el rechazo, la injusticia, a ese niño que sintió muchas cosas y que no supo por qué las sentía, y mucho menos, cómo aliviarlas. Todos hemos pasado por circunstancias dolorosas de pequeños, algunos crecimos sin un padre o una madre, o incluso sin ambos, otros tuvieron una infancia llena de soledad o violencia, y otros simplemente no tuvieron la oportunidad de ser niños.
Todo esto, sin querer, aflora en nuestro presente de forma inconsciente, marcando las pautas de nuestra vida y repitiendo patrones en nuestras relaciones; te invito a mirar cada relación y cada interacción a partir de hoy desde tu parte consciente, y reflexionar si es sana, o si por el contrario, te agota, te drena y te lleva a una repetición contínua. Te invito a mirarte con amor y reconocer que ha sido tu niño dirigiendo tu relaciones, acciones y tu vida. Solo cuando hacemos consciente esto estamos dando paso a la sanación y a un gran cambio en nuestras vidas.
Deseo que tu vida sea siempre como la soñó ese niño, deseo que te acompañes siempre, y que tu niño interior se sienta a salvo contigo.
Con amor, Cindy.
